lunes, 26 de septiembre de 2011

Capítulo XI - Mi Sueño, Tu Realidad.

Todos los personajes así como las situaciones que se presentan en éste trabajo son ficticias, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

«Hoy también quiero correr sin llegar a ningún lado, como cuando estabas tu.»

Cuanto mas puedo pedir, es cuanto se me puede negar; cuantas mas palabras puedo gritar, son las que no se necesitan escuchar
No hay nada mas triste que ver como alguien miente, cuando uno conoce su secreto


El sol resplandecía sobre la ciudad de Monterrey, eran casi las ocho de la mañana y aquel taxi se había detenido frente una casa en el fraccionamiento Maya; de él bajó un hombre alto delgado, guapo en verdad pero que al juzgar por su apariencia, no había dormido nada, sus manos taparon sus ojos al sentir el calor del sol de aquella mañana, el sueño lo vencía pero aun tenia cosas que hacer
A esa hora seguramente su tía estaria ya en el trabajo, la casa estaría sola y tendría toda la libertad de llorar, de sufrir
Al entrar a su casa lo primero que hizo fue quitarse la camisa color rosa palo que usaba, después arrojó sus zapatos por debajo de un mueble de madera donde pudo ver un bolso de mujer. Era de Dénice, seguramente se habría quedado a dormir con su primo Esteban como lo hacia cada fin de semana

—Julián, ¿Apenas vas llegando?
—Si

No se habia equivocado, de las escaleras bajaba la chica morena de gruesos labios y ojos color miel, aun con ropa interior y usando una camisa de su primo

—Entonces a ti también te fue bien
—Algo así

Casi ignorando la platica de la novia de su primo, Julián subio las escaleras y se encerró en su cuarto.
Se quito el pantalón y se tiró a la cama, quería llorar pero la luz que entraba por la ventana se lo impedía ya que le molestaba (estaba amanecido), se levantó y cerró las persianas de los dos balcones, en seguida se volvió a tirar a la cama, intentando nuevamente iniciar su sesión de duelo comenzó a llorar pero ahora era el telefono quien se interponía
Era su mamá quien le llamaba desde Tepic, como pasaba cada domingo, pero esta vez no tenia ganas de escucharlos

—Bueno, mamá […] bien mamá […] no mamá […] oye hazme un favor, es que apenas voy llegando del antro y necesito dormir un poco. Luego me platicas eso importante que tienes que decirme, adiós.

Colgó el teléfono y por tercera ocasion se lanzó a la cama, recordando la escena de la noche anterior comenzó a llorar, no era que le agradara pasársela llorando por los rincones, pero ya se le estaba haciendo costumbre llorar por Edy, esta vez estaba metido en un gran problema por culpa de el, debía pagar setenta y cinco mil pesos por lo que le habian confiscado cuando lo detuvieron; pensando en lo que tendría que hacer para conseguir ese dinero comenzó a planear pero cuando menos lo esperaba, se quedó dormido

El viento despeinaba el cabello de Julián mientras intentaba alcanzar aquella motocicleta roja, el sinuoso camino se disfrutaba por el hermoso paisaje, los arboles cubrían de sombra el camino.
En una de las curvas Julián alcanzó la moto roja y hombro a hombro le lanzó una sonrisa y le guiñó el ojo, mas adelante debajo de un frondoso árbol ambos se detuvieron, antes de que el chófer de la moto roja se bajara de ella, Julián se acercó a el y le quito el casco, era Edy.
Julian sentia un calambre que recorria su cuerpo sentia esa extraña sensacion como aquella primera vez que se beso con el.
Parecía que habían pasado años sin verse, Julián sentia la necesidad de comerselo a besos, pero aun queria observarlo, la combinación del paisaje con su rostro le causaba un éxstasis sensacional, era como estar en un mundo de dos, hecho para ellos solos.

Pero cuando se habia decidido a besarlo, llegaron dos hombres vestidos de negro, tomaron a Edy de los hombros y lo esposaron, Julián no podía hacer nada, se había quedado perplejo ante la situacion.
No importaba lo que dijera, aquellos hombres estaban decididos a llevárselo, cuando lo subieron al auto blanco Julián le gritó desde donde se encontraba pero Edy ya no lo podia escuchar por que el vidrio de la ventanilla estaba arriba o por que el grito no era lo suficientemente alto para ser escuchado, al instante el auto arrancó y comenzó a avanzar, Julián intentaba correr detrás del auto pero sus pies pesaban mucho, era como si se los hubieran atado al suelo, por mas esfuerzo que hacia no avanzaba, sentía como si aquellas pesadas cadenas lo jalaban de los pies.

En efecto algo le jalaba los pies y era su tía quien lo trataba de despertar

—Hijo tienes llamada
—Gracias tía -tomó el teléfono y aun con los ojos cerrados contestó la llamada - ¿Bueno?
—Julián Carrasco, ¿Se puede saber donde estás?
—¿Quien habla?
—¿Como que quien habla? En la mañana tu mamá te hablo para decirte que hoy a las tres de la tarde llegaría a Monterrey, ¿No te dijo?

Al instante Julián se puso de pié, logro reconocer esa voz chillona, luego recordó que su amiga Cinthia iria a visitarlo como regalo de cumpleaños
—¿Cinthia?
—Claro, baboso, te doy diez minutos para que llegues por mi, por que si te tardas uno mas, me subo al próximo camion rumbo a donde sea con tal de no llegar contigo, ¿Me escuchaste?
—Si, si claro en diez minutos estamos ahí.
—¿Estamos?
—Si, le voy a pedir a mi primo Esteban que me lleve en su auto

Inmediatamente antes de colgar el teléfono, lo lanzo a la cama, tomo su pantalón y se lo comenzó a poner, entonces escucho por la bocina un grito desesperado de su amiga al teléfono

—¿Que paso?
—Oye, es que quiero decirte algo, espero no halla problema..
—Dime.
—No vengo sola.
—¿Quien viene contigo?
—Mi novio, quien además conoces, es Rubén.

Rubén novio de Cinthia, ¿Quien lo habria imaginado?, pero… un momento… al instante Julián recordó aquella escena en su casa en Tepic, la noche de su cena de despedida, no había duda… Ruben era gay, el mismo se lo había confesado.

Debía prepararse para dos juegos: El de rubén intentando ocultar su homosexualidad, y el de no decirle nada de lo que sabia a Cinthia.

Una situación dificil, pero que además le parecía divertida.

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