martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo X - El Precio De Tus Errores.

Todos los personajes así como las situaciones que se expresan en este trabajo son ficticias, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Julián:

No hace falta que me veas para darte cuenta de la situación por la que estoy pasando, no necesito escuchar tus palabras para saber que no estoy solo.
No necesito ver tus lagrimas que secarán aun mas mi corazón, promesas no puedo hacerte por que ni yo mismo se lo que pasará conmigo, pero lo que si puedo hacer es jurarte una cosa, TE AMO.
No necesito tu compañia para saber que estás a mi lado, no necesito tus besos para saber que tu corazón sigue siendo mio, por el bien de los dos.
Pues es más que claro que amor como el nuestro, en esta tierra hay muy pocos.

Te Juro Que Te Amo.

Edy.


«La vida se empeña en pedirte más cada día, incluso cuando ya no puedas continuar.»

Olvidar requiere dos cosas: Ganas de hacerlo, y la necesidad de conseguirlo.
Pensar que el tiempo y la distancia logrará sacar a alguien de tu corazón, no es mas que el miedo a no querer asumir que en realidad no podrás hacerlo.

Después de volver a la vida, Julián regresó a su trabajo pero como era de esperarse, ya habian contratado a alguien más, al parecer su problema se habia hecho más grande, pues estaba a punto de terminar la preparatoria y se acercaban los gastos de la universidad, tendría que encontrar un empleo nuevo y pronto.
Una tarde mientras buscaba en internet ofertas de empleo que se ajustaran a su horario disponible, recibió un correo de su amiga Cinthia dónde le avisaba que se acercaba su cumpleaños y sus papás le habian regalado un viaje a donde ella quisiera, se iría a Monterrey por quince días a visitarlo.
Inmediatamente contesto el correo avisandole que pronto la llamaria para ponerse de acuerdo, que claro que la recibiría.

Era viernes y necesitaba salir a divertirse un poco, ahora era el quien le pedia a su primo que lo invitara al Código a lo que su primo accedió.

Cerca de las once de la noche pasaron a casa de Dénice para irse al antro.
Ya en el lugar, las bebidas, el humo de tabaco, la musica y las interminables charlas de los asistentes a la mesa, hicieron que Julian se sintiera estresado.
Era la primera vez que asistía a un lugar publico después de haber pasado ese gran trauma, asi que no se sentía preparado para volver a socializar.
Aprovechó un momento para ir al baño; si había algo que le molestara tanto, era esa gente que cuando hiba al baño aprovechaba para tomarse fotos, y hacían que Julian se sintiera incomodo.
Pero esta vez, el lugar estaba totalmente solo, a excepción de los dos tipos que estaban parados en la puerta que al ver que Julian entraba se hicieron a un lado.
Cuando Julian se acercó al espejo aprovechando para lavarse las manos, escuchó que la puerta se cerró.
Los dos tipos se colocaron detrás de el, al instante Julian los vio, no sintió miedo, pero solamente se porto indiferente y entró al baño.
Los dos tipos seguían ahi parados en el lugar donde Julian los habia dejado, uno de ellos, cuyo aspecto daba mucho que desear debido a su cabeza rapada, y barba cerrada, comenzó a chiflar la canción que en la pista los demás bailaban.
Julian aprovecho que estaba en el baño para dejar ahi lo valioso que traía, un anillo que tenía desde que cumplió los quince años y que su mamá le regaló, una cadena de oro que Edy le habia comprado el dia de su cumpleaños pasado, y su cartera.
De nuevo se dirigió al lavabo, abrió la llave y observó como los tipos no le quitaban la mirada de encima.
Finalmente cuando Julian terminó de lavarse las manos, se dio la media vuelta y les respondió la mirada, sentía un gran nerviosismo, sus manos temblaban cuan anciano con Parkinson, no queria decir nada por que sabia que su voz se le quebraría.
Pero fueron ellos los que hablaron.

—No te preocupes morro, no vinimos a hacerte nada malo, recoje las cosas que escondiste y sígueme.

Sin mas ni menos, Julian entró de nuevo a los sanitarios, cogió sus cosas y salió escoltado por los dos tipos, el pelón iba adelante de el guiándolo y atrás iba un tipo muy alto y delgado, guero y escaso pero largo cabello.
Entre la multitud, Julian esperaba que algun conocido lo viera pero nadie se había dado cuenta de su ausencia.
Los tipos salieron del antro caminaron dos cuadras hacia espaldas del lugar, ahí esperaba una camioneta Suburban Verde, le pidieron que subiera, la camioneta arrancó, a pesar de que Julian conocia muy bien la ciudad, debido al nerviosismo no sabia en que punto se encontraba.
Cada semáforo, cada intersección que pasaban, cada vuelta en esquina que daban era como una descarga eléctrica en el corazón de Julian y lo hacian sentir que en cualquier momento simplemente se detendría, pasaban por su mente muchas cosas, entre ellas la muerte.

Luego de casi veinte minutos de camino, que para Julian habian parecido horas la camioneta se detuvo, bajaron y ahí ya habian otras dos camionetas esperandolos, estaban en un punto muy alejado de la ciudad, lo supo por que desde ahí se podia observar gran parte de la ciudad desde arriba.
De una de las camionetas bajó un tipo con camisa a cuadros verdes, gorra azul marino y lentes de pasta, traía una computadora portátil con el, la encendió y la colocó en el cofre de la suburban, abrió unas ventanas y enseguida lo que Julian pudo ver era una camara colocada en la prisión de Edy.

—Como sabrás, Edy me quedó a deber algunas cosas que además le confiscaron, voy a ser directo… ¿Quien va a pagarme?, ¿El o tu?

En ese momento supo que se encontraba en una difícil situacion, no estaba en sus planes el seguir pagando los errores de Edy, y ahora estaba metido en asuntos en los que nunca pensó involucrarse.

Cerca de las cinco de la mañana en un taxi llegó Julian a su casa con la mente perdida en mil ideas, nuevamente el destino le ponía un obstaculo mas, y siempre era la misma piedra la que causaba sus caidas, era como si una maldición le había caido y que causaba que le fuera imposible pasar un dia feliz sin pensar en Edy, por que era él quien siempre lo orillaba a la soledad a las lágrimas y ahora a la pobreza, nuevamente debía aplicar la filosofía que con la que mas estaba familiarizado: "Solo Los Pendejos No Son Felices"
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario