martes, 23 de agosto de 2011

Capitulo IX - En Pie De Guerra

Todos los personajes, así como las situaciones que se expresan en éste trabajo son ficticias, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.


«Hay peores pecado que intentar ser feliz de nuevo»


Las llamadas no llegaban, ésta historia de amor se había vuelto imposible, aunque pasaran los días no lograba recuperar el animo, no quería, no lo merecía.
De esas veces en las que sientes merecer lo peor por no haber hecho caso a la razón, pero al mismo tiempo no te arrepientes de ello, solo lo lamentas... lo sufres... lo padeces.

Dos semanas encerrado en su cuarto habían sido suficientes para que su escasa barba creciera al igual que su maltratado cabello, las bolsas en sus ojos reflejaban la tristeza que llevaba en su corazón. A pesar que su tía le llevaba comida hasta su habitación, ya había olvidado cuando fue la ultima vez que probó bocado, en una esquina de la habitación se habían acumulado varios cambios por que ni siquiera se podía dar la molestia de sacarlos, en el cuarto no sólo se sentía un olor a mugre, si no también a llanto, a soledad... a pena.


Aquella noche bajó a la cocina por un baso de agua, observó por una ventana que aun no llegaba el auto de su primo, de inmediato se le vino a la menta la idea de que seguramente estaría con Dénice pues aquel romance había prosperado. Salió y se quedo un rato parado a mitad de la calle, mirando el horizonte tan lleno de todo, tan vacío de lo que deseaba.

Caminando avanzó por varias cuadras, recordando aquella noche cuando Edy fue detenido y encarcelado por el delito de daños contra la salud. Sin darse cuenta de cuánto había caminado llegó a la plaza y se sentó en aquel lugar donde Dénice ponía su puesto, encendió un cigarrillo y recordó aquella anécdota del pelito:

Después de pasar por Julián a su trabajo, Edy lo llevó al cine a ver una película, después de ahí se fueron a un hotel donde se entregaron en cuerpo y alma (mas en cuerpo que en alma).
Siempre al final de cada "evento" a Julián le gustaba quedarse recostado sobre el pecho de su amor, mientras platicaban de sus planes, sus problemas, siempre a Julián le divertía peinarle las cejas a Edy, en especial un bello que había crecido mas que los otros y parecía imposible de peinar. "El pelito rebelde" le llamaban ellos, pero aquel día aquel pelito había desaparecido, así que ambos se pusieron a buscarlo como locos mientras estallaban en risas y besos.

Una palmada en su espalda lo había hecho volver de ese hermoso recuerdo.

—Animo, primo, la vida sigue.
—La vida ya no es igual.
—Claro que si, el mismo cielo, la misma luna.
—Soy yo el que ha cambiado.
—¿Para bien?
—No importa eso ahora.
—Primo, se muy bien que lo que acabas de pasar es algo muy difícil, pero éso no significa que el mundo se valla a detener solo por tu pena. Estoy seguro que Edy ahí adentro se las esta arreglando para salir adelante y tu, encerrado en tu cuarto sin siquiera dar la cara. No es algo que tu decidiste SUPÉRALO.
—Es que no puedo.
—¿No puedes? o ¿No quieres?, ¿hubieras preferido seguir al lado de un narco?
—Hubiera preferido no haberlo sabido, hubiera querido que las cosas siguieran así.

Finalmente cercas de las tres de la mañana decidieron regresar, a pesar de todo su primo tenía razón, debía tomar una decisión: o seguía aumentándose por lo sucedido ó de una vez por todo se hacía el fuerte para superarlo.

A la mañana siguiente Julián se levanto muy temprano, se dio un baño y se afeito la barba, bajó a tomarse una café y ahí se encontró con su tía Esther.

—Veo que amaneciste de mejor humor.
—Tía, quiero pedirte una disculpa por no haberte dicho nada sobre mi relación con Edy, pero...
—Calla, eso es algo que tu decidiste son tus decisiones y si te equivocaste son tu errores.
—Y debo aprender de ellos.

Cerca de las once de la mañana se fue al centro a visitar a su amiga Vicky, quien tenia una estética cerca de la plaza comercial fundadores.

—No manches.
—¿Disculpa?
—Julián, ¿en serio eres tu?, ¿hace cuanto que no ves un espejo?
Y es que el comentario no estaba de más, a pesar de que en la mañana se había rasurado, todavía le quedaba el largo y maltratado cabello, el cual cada semana Vicky se encargaba de cuidarlo, a excepción de lo últimos días.

—Oye, fuera en el rótulo dice "Estética" no "Mago". ¡Chicas! - Se dirigía a sus empleados - pásenme mi neceser de emergencias, Laura ¿Por favor puedes llamar a la señora Consuelo? le dices que no voy a poder atenderla a la hora que acordamos, que voy a llegar una hora mas tarde.
—Vicky, no es necesario, puedo esperarte o que me atienda alguien más.
—Claro que no, eres mi amigo y lo que necesitas es que alguien te apapache así que yo lo voy a hacer a mi manera, ya verás como te voy a dejar.
—Gracias.

Por los siguientes minutos mientras Vicky le cortaba el pelo Julián lo observaba atentamente, a pesar de sus cincuenta y "pico" años no se se veía tan viejo, es mas ya quisiera alguien de treinta, verse como el.

—¿Y como vas con lo de Edy?
La pregunta hizo que su piel se erizara, no esperaba sentirse en la necesidad de dar alguna explicación de él, no estaba preparado.
—Pues, ahí la llevo, por algo se empieza.
—Así es amigo, no hay mejor cambio que el que en realidad necesitas.
—Gracias, y cambiando de tema ¿Cómo vas con Fer?
—Ni me menciones a ese cabrón.
—¿Por que?. ¿Que paso?
—Me dejó.
—Orale lo siento, estoy seguro que el muy pendejo se arrepentirá y volverá.
—Pues ni tan pendejo, no se fue solo, se llevó mi carro y un dinero que juntaba para comparle uno a él.
—Valla, entonces no salio tonto.
—Por el momento no quiero saber nada de hombres, ¿sabes? hasta estoy pensando en volverme bisexual.
—Jajaja, ¿en serio?
—Claro, es la moda en San Francisco - se quedaron callados observandose detenidamente - bueno, en realidad también lo estoy pasando mal, pero téngo que hacerme el ánimo, el unico consejo que puedo darte es que Solo Los Pendejos No Son Felices, asi que de ahi toma tu parte.

Al salir de la estética con su nuevo corte mohicano y su tono castaño oscuro, sentía la necesidad de hacer algo, algo que le fuera el inicio del fin de su pena.
Tomó un taxi, destino: El penal.

Sabia que no lo dejarían pasar, en primera por que no era dia de visitas y en segunda por que Edy habia prohibido su visita, sentado en una baqueta consiguió papel y pluma, le escribió una carta y pidió al encargado que se la entregaran:

Julian:
Esperar que estes bien quizas no sea congruente debido a la situacion que estas viviendo, pero quiero decirte que a pesar de que no quieras verme, aqui estoy afuera, en éste momento, mañana y siempre.
¿Sabes? hay ocasiones en las que me siento culpable por tu situación, pero luego recuerdo que fuiste tu quien asi lo decidio.
También recuerdo la vez que estabamos en tu auto y te dije que apenas iniciaba una nueva etapa en mi vida y que no queria cometer errores, al final gracias a tí asi paso.
No te reoricho nada por que gracias a ti, pude definirme, aceptar mi sexualidad y conocer el amor, asi que por mi parte puedes estar seguro que cuando tu salgas voy a estar aquí en pie de guerra, preparado para luchar por nuestro amor, pero mientras eso pasa, voy a ser feliz, sin ti.

Esperando que nunca logres olvidarte de mi se despide tu alegría, tu sueño y tu insomnio, Julian.

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